Si el día de la firma del contrato estás cruzando los dedos y encomendándote a santa Bárbara para que te salga bien arrendar tu vivienda al nuevo inquilino es que algo está mal hecho.

Tu inmueble es perfecto para un tipo de inquilinos en concreto: para un trabajador, para una pareja joven, para una pareja con un niño o para una familia grande, dependiendo de  sus características, la situación, si tienes garaje o no, etc.

Entre los interesados en alquilar tu inmueble hay que ver cuál se adapta mejor a tu piso o chalet. Si no se ajustan bien: se irán pronto, estarán incómodos o no cuidarán el inmueble como deberían. Por ejemplo, creo que los chalets son para familias y no para una pareja que trabajan los dos todo el día fuera y que el único motivo por el que se han interesado en tu chalet es porque les admites su animal de compañía, no serán de los que tienen tu jardín perfectamente arreglado como lo tenías tú.

Cuando ya tienes a un pretendiente que te parece idóneo lo analizas en todo lo posible. Hay aseguradoras que lo investigan para aprobarlo como riesgo a cubrir a la hora de contratar la póliza de seguros contra impagos de renta. Yo miro mucho: su carácter, su educación, su estabilidad laboral y económica, sus referencias, etc. Sin duda hay que hacer todas las preguntas y pedir la documentación que sea necesaria para saber con quién vas a hacer negocios.

Ten muy presente lo que te juegas: impagos, destrozos, molestias a los vecinos y lo que a ti te piden para financiarte un simple televisor. Hay que verlo como entrevistas de trabajo en las que buscas al más idóneo para el puesto. Consiste en elegir en base a unos criterios muy claros y sin duda saber decir que no a quien no da el perfil deseado.

Tengo muchos años de experiencia como agente inmobiliario gestionando pisos y chalets de alquiler y  cada operación me permite afinar más y sumar clientes que confían en mí y me encargan que yo sea quien realice la labor de selección para estar tranquilos a la hora de firmar el contrato de arrendamiento.